El sol pegaba con toda su fuerza sobre el techo impermeabilizado color rojo en la azotea de Alister. Dios, ¡cómo deseaba perder el tiempo de esta manera! Hacía años que moría de ganas de no hacer absolutamente nada y dejar la vida pasar así, sin hacer nada.
¿Acaso me estaba dado cuenta – sin todavía ponerle las palabras correctas pero si el sentimiento – que el mayor problema que tiene nuestra sociedad es pensar? Pensar demasiado ¿qué vamos a hacer? Pensar compulsivamente ¿qué queremos ser? Pensar ansiosamente – y más a esa edad – ¿cómo nos vamos a ganar la vida?
Y en todo ese pensar, se nos va la vida… olvidando disfrutar del aquí y el ahora.
Seamos claros: el secreto para tener una vida feliz consiste simplemente en no tener ninguna expectativa. En vivir el momento presente sin ningún juicio ni expectativa. Aquietar la mente, olvidarte del falso sentimiento de control y estar de acuerdo en dejar reinar a la incertidumbre. Eso sí, guardando siempre un sentimiento de seguridad y confianza en ti. Esto, por más complejo y paradójico que pueda parecer, significa «amar el proceso» de la vida y confiar en la existencia.
En mi caso, he tenido que pasar por muchos libros, prácticas y reflexiones para poder alcanzar esta perspectiva.
Desde que nacemos, venimos cargando con un condicionamiento demasiado pesado que nosotros no elegimos. Por condicionamiento me refiero al idioma que hablamos, nuestra familia, inclusive la religión y de forma más general, todo nuestro sistema de creencias es condicionamiento adquirido.
Al nacer, somos como un teléfono celular nuevo. Solo traemos el sistema operativa pero ninguna aplicación instalada. Conforme vamos creciendo, estas aplicaciones se van descargando y agregando automáticamente a nuestro sistema de creencias, hasta crear nuestra personalidad actual.
La práctica espiritual es justamente «el juego» de ir borrando poco a poco estas aplicaciones para ver qué hay en el fondo. Averiguar quién eres de verdad.
El único problema es que a los 25 años, uno no sabe todo esto. 😅 Experimentas la vida con un condicionamiento todavía más pesado porque todo lo que acabas de aprender está fresco y lo crees. Ves una sociedad en frenesí en donde tienes que saber exactamente cuál va a ser tu siguiente paso y la sigues. De lo contrario, la mente se muere de miedo.
Pero si te pones a pensar fríamente… ¿realmente es necesario sabes cuál va a ser tu siguiente paso? ¿No es más temerario vivir sin ni siquiera saber cuál va a ser tu siguiente pensamiento? ¿Qué acaso la mejor forma de vivir no es aceptar esta incertidumbre y sentirte extremadamente seguro navegando en ella?
Aha… se dice fácil pero es más difícil vivirlo. Se necesita un gran esfuerzo de presencia (que es a donde llegan los campeones olímpicos de la meditación 😜).
Quizás este no sea el mejor momento para profundizar en temas de cómo encarar la vida, pero en definitiva sí, de abordar el tema del fracaso. 😊
¡Ay fracaso, cómo te gusta disfrazarte de experiencia para mostrarnos lo mejor que traemos dentro! El fracaso es parte fundamental de la vida, y más bien convendría referirse a él como un Gran Maestro o un Guía. Esto obviamente, si tienes el alma curiosa y buscas sacarle el mayor provecho a esta vida. Vas a tener que conocerlo, abrazarlo y aprender un chingo de él.
Algo me había impactado.
Fue durante una de esas tardes interminables en las oficinas de la imprenta. Y quizás la palabra impactado se queda corta. Era un sentimiento de euforia, furor, nerviosismo y motivación que hacía mucho no sentía.
Al descubrir un simple sitio web supe que ésa era mi salida de esta cárcel profesional en la que me había metido. Había una luz al final del túnel y ahí estaba, a unos cuantos clicks de distancia. Lo percibía en el aire, esa luz llevaría a una vida financieramente libre y llena de diversión.
Aquí los detalles de esa experiencia:
En mi labor de prospección comercial en Internet buscando clientes para la imprenta, me había encontrado con un sitio web en donde aparecía una animación en flash de un perrito bulldog que levantaba una patita y empezaba a hacer pipí. Lentamente de su orina empezaban a surgir palabras blancas sobre fondo azul como:“Fotografía”, “Cine”, “Televisión”, “Video”, etc.
Al ver eso, me quedé helado. 🥶
Mi mente repetía compulsivamente las palabras coloquiales que todo mexicano 🇲🇽 tiene impregnadas en el ADN desde que nace: “No mames, No mames, No mames…”
¡Era la agencia de publicidad más cool 😎 que había visto en toda mi puñetera vida! 🤯
Irreverente, original y con un diseño impecable. ¿Qué más podía yo pedirle a la vida? Era un regalo divino enviado a la medida para mi. Y por si fuera poco… ¡la agencia se encontraba en Playa del Carmen y Cancún! 🍹🏝🤩
¿Ya les había platicado de mis ganas locas de vivir en la playa desde que tenía 18 años? Nada extrañaba más de México que su cálido clima y sus playas paradisiacas cuando decidí irme a estudiar a Francia toda la Universidad. En total, fueron 5 años de exilio en las tierras del queso, el vino y la lluvia. 🍷🧀🌧🇫🇷
De regreso a la imprenta, ya tenía 25 años y si hacemos la cuenta nos da un total de 7 años soñando con una vida simple al lado del mar trabajando en algo relacionado al Marketing y la Publicidad.
¡Pellízquenme porque esto era demasiado bueno!
¡¡Me acababa de ganar la lotería sin haber comprado mi boleto!! 🎰 🎫🥳🍾
Esa noche, llegué exaltado a casa para contárselo a mi querida Madre. Le mostré la misma página que había visto en el trabajo y le dije: “Esto es Ma’… aquí es donde quiero trabajar”.
Ella me vió y con cara de incredulidad me contestó «No entiendo bien lo que hacen…» 😂 (este era el inicio de un problema que hasta la fecha sigo teniendo – mis padres saben que trabajo «en Internet» pero no entienden bien lo que hago 🤣).
Muy en el fondo, mi madre sabía que mis días en la imprenta habían terminado.
La agencia, se llamaba Habanero Blue. 🌶🔹